
Debemos absorber el dolor para crear
Alonso López, junto a su familia, busca reivindicar el teatro chihuahuense por medio de la concientización a través de la obra “Fortuna y la Máquina de Lluvia”. Y, como bien lo menciona: las historias de niños en orfandad te mueven, te pegan y te hacen ver para atrás, te hacen examinar tu vida y el privilegio…
Nadia Vega
Entre risas, aplausos y ovaciones, Alonso López sonríe y agradece al público con una sinceridad palpable.
Alonso es un hombre de tez morena y baja estatura con una complexión robusta, se muestra notablemente reservado al hablar. Sin embargo, es esa misma serenidad la que lo hace destacar. Resulta irónico que el director de teatro al que las palabras le cuestan en persona, es capaz de demostrar a través del arte aquello que su voz no puede expresar.
Él y su esposa Nataly, quien es parte de la producción en el diseño de la escenografía y la utilería, han formado una vida alrededor del teatro. Su hijo creció rodeado de este mundo dramático. “Saúl hace teatro desde que está en la panza de su mamá”.
López es la cabeza de Lunajero Teatro, una compañía originaria de Chihuahua, México. Fundada en 2014 dentro de la Facultad de Artes, la agrupación se ha consolidado gracias a sus producciones escénicas y eventos culturales. Conocida por ofrecer espectáculos para toda la familia, Lunajero Teatro presentó en esta ocasión la obra "Fortuna y la Máquina de Lluvia"
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(A.L) — La historia se desarrolla en Valle Aventura, donde comienzan a suceder cosas extrañas. Sin explicación alguna los adultos comienzan a desaparecer, y es entonces cuando Fortuna, la protagonista, decide aventurarse a buscar respuestas.
Esta obra es una apuesta que se desarrolla a través de la concientización o la aceptación de los duelos en infancias y de las movilidades forzadas.
(Nadia Vega) — ¿Cómo surge la idea?
(Alonso López) — A raíz de, bueno, las primeras lecturas del texto y después con el apoyo de la beca Pegda, que aquí nuestra actriz principal, Samantha, es la ganadora de esta beca. Entonces a partir de ahí nosotros como compañía cobijamos el proyecto y surge la puesta en escena.
Alonso cuenta que la obra fue originalmente escrita y dirigida por Eleonora Luna, quien buscaba retratar una historia dolorosa, basada en el concepto de memoria y pérdida.
(A.L) — Estuvimos trabajando el método moment to work, donde recopilábamos escenas, vivencias, historias e imágenes trabajando con niños en situación de movilidad y todo eso era un aporte para el personaje. Fue un proyecto enfocado a la actuación. Y pues ya fuimos nutriéndolo, ¿no?, con Nataly en el diseño de espacio y Samantha y Erik en la actuación. Y es que, pues previamente teníamos ese acercamiento con niñas y niños en movilidad y nos interesaba muchísimo como trabajar desde ahí, desde esa perspectiva y de poder acompañarles en esos, los breves momentos en los que estamos con ellos, ¿no?, y bueno, a partir de eso descubrir también nuestras propias movilidades y nuestros propios duelos que fuimos enfrentando en este tiempo.
(N.V) — ¿Cuál escena o diálogo contiene la esencia de la obra?
(A.L) — Sí, yo creo que la parte, pues más emotiva, que es cuando por fin enciende la máquina que dice como: “vamos, acompáñame, enciéndela tú” y le responde algo como: “pues no, tú tienes que descubrir cómo encenderla, cómo hacer llover”, y al final es esa aceptación de este duelo.
Yo creo que esa es la parte más intensa y pues todo el diálogo final, ¿no?, de la lluvia, una máquina de lluvia muy escandalosa, porque ya por fin logra salir todo esto que Fortuna tiene dentro y que no sabía cómo procesar o cómo hablarlo.

Foto:Nadia Vega
Fragmento del final de la obra
Alonso, tras unos segundos de reflexión, expresa que ellos buscan aportar un poco a visibilizar las infancias que atraviesan estas situaciones, aportar hacia los procesos de duelo que, como seres humanos, llevamos.
A lo lejos, su hijo, quien había escuchado atento a las preguntas desde una silla, se acercó con aquella sinceridad que solo los más pequeños poseen. Con una sonrisa medianamente tímida, preguntó a su padre si podía decir lo que sentía por el teatro. López asintió con una sonrisa cálida. El pequeño Saúl, con esa honestidad, confesó sentir un gusto inexplicable por el proyecto. “No sé, me gusta, pero no sé por qué. Me gustaría que me entrevistaran algún día”. Con esa misma sonrisa se retiró a jugar con algunos materiales de utilería.
Ver a su hijo, tan pequeño y sincero, con un entusiasmo tan puro, le golpeó con una nueva perspectiva. En ese momento, el Director sintió cómo la imagen de su hijo se volvía el rostro de la vulnerabilidad que su obra buscaba denunciar. Ya no era solo arte, era un llamado personal. Con una calma y una mayor confianza, dijo:
(A.L) — La movilidad forzada y la falta de acompañamiento de muchos, desde pequeños, es algo que mueve y movió una fibra en mí. Es un tema sensible y es todo un duelo de emociones.
(A.L) — Las historias de niños en orfandad te mueven, te pegan y te hacen ver para atrás, te hacen examinar tu vida, el privilegio en el que estamos y la fortuna de tener cosas que muchos no tienen: un trabajo, una familia, personas que te apoyan y quieren.
(A.L) — Suena un poco pesimista o rudo, pero se ven historias que sabemos que no van a terminar bien, y es muy difícil mantener un temple para poder expresarlo, compartirlo y llevarlo a escena. Hay que absorber el dolor de otras personas para poder sentirnos creativos. El teatro puede sanar y resolver muchas cosas, pero no va a resolver al mundo. Llorar y llover es una liberación para nosotros como artistas.
Confiesa que, la labor más importante de todos aquellos que se dedican al teatro es alzar la voz y contar historias que puedan llegar a todos.
(N.V) — ¿Cómo considera que es el teatro en México?
(A.L) — Aquí en la frontera, al menos, siempre nos han recibido bien, con un público muy nutrido. Sentimos y creemos que aquí en Juárez podemos aportar algo a la gente, ¿no?
El teatro es un lugar para todos. Existen todo tipo de obras, ya sea comedia, drama, más comercial o aquellas que están más enfocadas en las ciencias sociales. Es un muy buen abanico de posibilidades y creo que el público tiene que darse la oportunidad de… de verlo, de experimentarlo.
El Director admite la dificultad: sus obras buscan un llamado a la acción que, a menudo, no es la experiencia que el público busca. Sin embargo, ese desafío no lo detiene. La meta es simple, transmitir, crear e imaginar.
Para él, el teatro es más que arte; ha sido un refugio constante para su esposa, su hijo y él mismo durante años. Utilizarlo como una vía de escape o una salida de una realidad dolorosa no es un error, es la motivación pura que demuestra que el teatro, en sí mismo, cambia vidas. “El teatro nos une porque es generoso, en él pudimos encontrar cómo comunicarnos no solo en escena, no solo hablar o escuchar, sino provocar y crear. Creemos que es importante acercarse, en general, a todas las artes; el teatro es esa vida para nosotros”.




